
La verdad no soy de leer mucha poesia, mas bien nada. Sin embargo por mera casualidad encontre esto en Facebook y me parecio muy bueno, por lo cual aqui lo transcribo:
“Cuando digamos ‘amor’ y ‘amar’ no se entienda, pues, la pasión erótica… amar es desear el bien de otro y acaso sentirse capaz de procurárselo… Amamos a los que nos hacen el bien, o a aquellos de quienes lo esperamos, a los que nos aman o esperamos que nos amen. Hay un amor desinteresado y no menos firme: amamos al que es digno de amor, al justo, al generoso, al bravo, al prudente, al honorable… Amamos también, como diríamos hoy, por mera simpatía, al que nos gusta, al que nos resulta agradable, al de buen trato y sangre ligera, al que evita pleitos y discusiones. Amamos al pulcro y correcto; al que ignora el rencor, la murmuración y el triste humor atrabiliario, pues nos sentimos seguros a su lado; al inclinado a ver los buenos aspectos de la conducta ajena. ¡Ay! Amamos al que nos halaga y, sobre todo, en aquello que no creemos merecerlo. Amamos al que se abstiene de hacernos reproches, al que no nos vende sus favores, al que se complace en nuestra compañía, al que nos sirve. Amamos, en general, al de nuestras mismas aficiones, siempre que no sea del mismo oficio, por aquello de ‘alfarero contra alfarero’, como decía Hesíodo; en fin, cuando no hay rivalidad. Pero amamos también al que estimula nuestra propia estimación, al que cooperó en nuestras buenas acciones. La fidelidad amistosa es por sí misma amable, salva tiempos y distancias y va más allá de las tumbas. Amamos al que confía en nosotros, al punto de descubrirnos sus defectillos o errores aparentes, e igualmente nos descubrimos ante él. Amamos al que no tememos, amamos por gratitud. La amistad asume varias formas: camaradería, familiaridad, parentesco, etcétera. Si volvemos de revés este cuadro, encontramos el desafecto, la enemistad y el odio… El tiempo amengua la cólera, no el desafecto en ninguna de sus formas. El colérico quiere hacerse sentir, no el que desama. La cólera nace de un dolor preciso. Las cosas abstractas que desamamos, la injusticia, el vicio, pueden no afectarnos siquiera. El colérico llega a tener piedad de su adversario, no el que desama. Y con estas armas se espera que el experto pueda manejar el corazón de los hombres.”
Escrito por Alfonso Reyes, pensador y poeta regiomontano acaecido el 27 de diciembre de 1959, 15 años antes habia escrito esta maravilla.
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